Enfado, bondad, perdón y cuidado al otro
Hay una interesante cuestión que surge en torno al enfado, bondad y perdón. La gente considera que alguien es bueno cuando “no se enfada nunca”. ¿Es esto autentica bondad? Mi respuesta es que depende desde donde se haga ese no enfadarse nunca.
Como he repetido muchas veces, el enfado esta para informarnos de límites y necesidades importantes que tenemos. Mucha gente, sin embargo, no acepta su enfado. Forcejea con él y lo interrumpe o lo reprime.
En definitiva, lo rechaza, o le tiene miedo. Así, una persona puede enfadarse y nunca expresarlo o ni siquiera ser consciente de que esta enfadado. Esto no supone bondad en la persona. Supone miedo o rechazo. Se está haciendo daño a sí mismo de esta manera.
Primero por ignorar lo que su cuerpo le está diciendo, y segundo por la manera en que lo está ignorando, que a veces implica auténticos ataques contra uno mismo.
Por ejemplo, si yo no me enfado porque siento que mi enfado es el signo inequívoco de que soy una persona malvada o agresiva, estoy rechazando un parte de mí.
No soy “bueno”, me siento bueno a base de maltratarme. Si no me enfado porque tengo miedo de que ese enfado me desborde o que incluso me haga hacer daño a los demás, estoy asustándome a mí mismo. Esto tampoco me convierte en bueno, sino en alguien con miedo.
LA ELECCIÓN DE SER BUENO O NO
Me gusta usar esta metáfora. ¿Quién es mejor, la oveja, o el león que decida no atacar? La oveja es inofensiva, ¿No? Y mi pregunta sería ¿Qué bondad tiene ser inofensivo?
No es bueno el que no puede ejercer el “mal”, sino el que puede, y no lo hace. Por eso las personas somos básicamente buenas, porque podemos elegir entre ambas cosas, y solemos inclinarnos hacia lo bueno para uno mismo y para los demás. No me gusta hablar en términos de “bien” o “mal”. Son constructos muy cargados de “pecado” y connotaciones religiosas mal entendidas.
Como diría Shakeaspeare, “no existe el bien o el mal, sino que es el pensamiento el que lo hace tal”. Para mí, el bueno de corazón es aquel que puede ser como león si lo necesita, pero elige ir más allá y no hacer daño. Esas personas pueden protegerse sin atacar.
La importancia del PERDÓN
Esto también toca temas como el perdón o el cuidado de otros. Mucha gente se obliga a perdonar, cuando esto no es algo que se pueda o se deba hacer obligado. Perdonar implica varias cosas.
Implica que el otro se ha dado cuenta del daño que haya hecho, lo reconoce y pone medios para no volver a hacer daño. Eso restaura la confianza en la relación y permite el perdón.
Cuando el otro no hace ese proceso, lo más importante es que al agredido se proteja de más daño en el futuro. Más adelante quizás puedas entenderlo y desde ahí llegar al perdón. Lo que es inhumano es exigirse perdonar mientras se sigue soportando el daño. Perdonar no es convertirse en un mártir. Ten cuidado de no convertirse en uno.
Así, para perdonar también es importante el enfado. Solo podemos mostrarle al otro cuanto nos duele lo que ha hecho cuando hablamos desde ese dolor, y solo podemos mostrarle que esto es importante para nosotros cuando mostramos tanto el enfado como la tristeza que nos ha causado.
Y si no hay posibilidad de perdón y arreglar, es el enfado lo que nos ayuda a protegernos poniendo distancia.
El cuidado de otros
El cuidado de otros es un tema parecido. Claro que se puede cuidar a otro de manera altruista y sin pedir nada a cambio. Ahora, es importante que haya un mínimo de espacio para las necesidades del cuidador.
Algunas personas se sienten egoístas si anteponen sus necesidades, y caen en el rol del cuidador una y otra vez. Cuidado, si te sientes egoísta es que estas rechazando lo que tu enfado más saludable te está diciendo. Luego no te sorprendas si te sientes rencoroso o gritas de mala manera a esa persona, o lo pagas con un tercero. Esto es otra forma de martirio.
Puedes seguir cuidando, puedes seguir siendo altruista, solo asegúrate de estar cuidando mínimamente de ti también. No te olvides de tus necesidades, al menos de un mínimo de ellas.
Esto no es un llamamiento al egoísmo y a mirar solo por nosotros mismos. Todo lo contrario. El altruismo, la bondad y la generosidad existen en las personas y son objetivos a los que acercarnos.
Pero necesitan coexistir con el enfado que nos ayuda a poner límites y a cuidarnos. Así, podemos abrir poco a poco más nuestro corazón a sostener al otro, siendo capaces de asumirlo con firmeza y cariño. Así, podremos hacerlo de manera verdaderamente honesta. Son las dos caras de una moneda que nos ayuda a cuidarnos y cuidar de manera sostenible y amable.
Lo cierto es que a más aceptemos nuestro enfado, escuchemos sus necesidades y las actuemos, menos necesidad hay de realmente mostrar enfado. Saldrá en forma de asertividad.
Si alguno de estos temas resuena contigo o te sientes atascado, pide ayuda. Aquí tenemos un equipo de profesionales que puede ayudarte con estas o cualquier otro tema que plantees.