Yo no puedo con todo, ¿y tú?: motivación psicólogos en Madrid
“Tú puedes con todo” se ha convertido en un lema de motivación en nuestra sociedad. Lo escuchamos en todas partes. Desde redes sociales hasta familiares, profesores, amigos o parejas.
Aunque la intención de motivación es buena, pretendiendo animarnos a perseguir nuestros sueños y metas con confianza y determinación, lo cierto es que tiene mucho peligro…
¿Peligro? Quizá te encaje porque alguna vez hayas sentido el malestar que surge al aferrarse a esta creencia; o quizá no, porque sentir que puedes con todo es un subidón de motivación tremendo y, de hecho, el peligro está en caer en la procrastinación, la vagancia o el fracaso.
Si tu caso es el segundo, voy a explicarte un poquito a qué me refiero. Antes de poder escribir sobre ello, hubo un momento en el que yo creía en esto de “poder con todo”, sin cuestionamiento alguno.
Entonces, tuve la suerte de toparme con una gran profesional, además de una gran persona, con la que mantuve una conversación que desmontó un poquito (bastante) esta idea. A mí me sirvió mucho, algo en mí se relajó. Así que, si de algo puede servirte a ti leer esto, ya habrá merecido la pena.
La idea de que podemos con todo nos sugiere que tenemos un control completo sobre el cien por cien de las situaciones que vivimos. Desde ahí, tomamos impulso para resolver los obstáculos y desafíos que la vida nos pone.
Invertimos todo nuestro esfuerzo en ello, autoexigiéndonos de manera excesiva porque, si está todo en nuestra mano, ¿por qué no vamos a hacerlo todo? Pero la realidad es que muchas veces no conseguimos revolverlo.
Entonces, nos sentimos abrumados, desmotivados y sin motivación. Sentimos que hemos fracasado, que no somos o que no valemos lo suficiente.
El agotamiento físico y emocional es enorme.
Desde esta primera experiencia de fracaso, el miedo a que vuelva a pasar empieza a crecer en nosotros…
¿Y si no puedo? ¿Y si decepciono a los demás? ¿Y si no tengo motivación? ¿Y si no me valoran? ¿Y si no me quieren? Y si, y si, y si…
Porque no queremos volver a sentirnos así, porque duele mucho.
Aparece entonces lo que llamamos la voz crítica. Una especie de juez que forma parte de nosotros y que dice estar ahí para protegernos. Si le ponemos voz, podría decir algo así como “deberías hacerlo mejor, eres un vago, un perdedor” o “aquí estoy yo para que no fracases la próxima vez, así que ya te puedes poner las pilas” o “claro, si no das el cien por cien de ti, ¿cómo pretendes que salga bien?”.
Cualquier fracaso se convierte en una evidencia de nuestra incapacidad. Poco a poco, esta voz se va haciendo más y más grande y, aunque pretende cuidarnos, protegiéndonos del fracaso y de cómo nos sentiríamos si sucede, la realidad es que nos machaca mucho, nos hace sentir pequeños, sin motivación y nos termina limitando.
A esto me refiero cuando hablo de peligro. La autoexigencia puede ser una herramienta útil para motivarnos, pero también puede ser un obstáculo para nuestro crecimiento.
¿Te suena de algo la cara B de la motivación “poder con todo”?
La buena noticia en todo esto es ¡qué podemos hacer algo para sentirnos de otra manera!
Un paso importante es reconocer a nuestro crítico interno. Muchas veces pasa desapercibido, porque lleva tanto tiempo acompañándonos que es un experto en el arte de camuflarse. Poquito a poco. Al reconocerle, empezamos a entender su origen y su intención. Quizá lleve contigo desde aquel verano en el que tenías tan solo diez años.
Quizá esté asustado, no quiere que te vuelvas a sentir tan mal… ¡Pero ojo! Eso no significa que tengas que permitir que siga hablándote así.
Puedes ver su dolor y no querer que te siga tratando de esa manera, porque tú también sufres.
Quizá sientes que no es nada fácil llevar a cabo esto que te estoy contando, y en efecto, no es fácil. Así que, si te apetece, podemos acompañarte en el camino.
La terapia es un lugar seguro en el que sacar a tu crítico interno a pasear.
Otro paso importante es entender que, un poquito más abajo de este crítico, está la herida que en su momento se formó, cuando sentimos que nuestro esfuerzo no era suficiente.
Teniendo en cuenta la intención de la voz crítica (que es protegernos), podríamos compararla con una especie de tirita puesta sobre esta herida, que está abierta y duele mucho. No deja que entre nada más, pero tampoco deja que cicatrice. Así que sigue doliendo, e incluso puede llegar a infectarse.
Esa herida se merece que la cuiden ¡Tú mereces ese cuidado! Supongo que asusta un poquito quitar la tirita y desinfectarla, porque duele, pero es necesario para curarla.
Estar con lo que sentimos, aceptarlo y vivirlo es necesario para sanar. No tienes que hacerlo solo, podemos acompañarte en el proceso para aumentar tu motivación. De hecho, es un buen ejemplo de lo que estamos hablando: a veces necesitamos ayuda para transitar nuestro sufrimiento, para gestionar nuestras emociones con motivación.
A veces no podemos solos y necesitamos que alguien nos eche una mano con motivación ¡Y qué suerte poder hacerlo con tus psicólogos en Madrid!
Desde este lugar, podemos aprender a abrazar nuestra vulnerabilidad, podemos pedir ayuda cuando la necesitemos, podemos cultivar una voz amable y compasiva que ya está dentro de cada uno de nosotros. Podemos convertirnos en nuestro fiel compañero en vez de en nuestro peor enemigo.
Esto, en ningún caso, tiene que ver con ser débiles, abandonarnos a la suerte o regodearnos tanto en nuestro dolor que no sepamos hacer nada con él. Un fiel amigo nunca haría eso. Más bien, tiene que ver con cultivar en nosotros un recurso que nos ayudará a afrontar con fortaleza las situaciones difíciles que se nos planteen.
Podemos abrazar nuestra imperfección y comprender que el fallo no es una evidencia de nuestra falta de habilidad, sino una parte natural del ser humano.
Así que no, tú no puedes con todo. Yo tampoco y él o ella tampoco. Y está bien.
¡Ah! Y más aún, tú puedes no querer poder. Tienes elección en todo esto.
Yo elijo no imponerme el poder con todo, ¿y tú?