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La importancia de sentir o no sentir

Muchas personas preferirían no sentir. Rechazar y huir de lo desagradable y dañino es una de las cosas más humanas que existen. ¿Quién querría sentirse mal? ¿Para que recordar aquello malo que me sucedió, o revivir la culpa? La lógica diría que nadie querría sentirse así.

Sin embargo, en terapia hablamos de todas esas cosas difíciles. Revivimos el pasado para volver a sentirlo. Traemos la culpa, el miedo, y la soledad para sentirlo de nuevo. ¿Para qué? Es justo preguntarse si los psicólogos no podríamos ir dando consejos sobre cómo evitar lo que sentimos y ahorrar todo el sufrimiento. Es más, ojalá pudiésemos hacerlo de tal manera que desconectásemos a las personas de las emociones que no quieren, y solo pudiesen sentir lo que quieren y es agradable.

No olvidemos que las pequeñas emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta” Vicent Van Gogh

El peligro de desconectar

Mucha gente desde luego lo intenta con todas sus ganas. Aprenden a desconectarse de sus emociones y las reprimen. A veces lo hacen conscientemente, a veces simplemente su entorno y su familia les enseña a “tragar”, “a ser duro” y a no dejar que nada les afecte. Incluso pueden llegar a justificárselo a sí mismos, diciendo que así “mantienen el control”, que siguen siendo “racionales” o “que es lo que hay”.

En seguida notan que dejar de sentir lo malo también les hace sentir menos lo bueno. Ya no se ilusionan tanto, ni están tan felices. Esto a veces trae otro problema de la mano. Sabemos quiénes somos por lo que sentimos, son nuestras emociones las que nos hablan de cómo somos. Sin ellas, todo es confuso. A más nos desconectamos de nosotros mismos, también nos vamos desconectando de los demás.

La verdad es que todo eso es una ilusión. Incluso la persona más aparentemente “desconectada” de sus emociones sigue sintiendo. Simplemente lo siente fuera de conciencia, es decir, su cuerpo lo siente, pero la persona no sabe o no se da cuenta de que lo está sintiendo. Y eso es un enorme problema.

Conocer la emociones

Las emociones están ahí para señalarnos lo que anda mal en nuestra vida y lo que necesitamos. Esa es toda su función. Si hay algo que tenemos que atender, una señal desagradable siempre será más poderosa. Piensa en un coche. Si algo va mal en el coche, mejor que te avise cuanto antes. Si el fallo es verdaderamente grave, mejor que salte una alarma antes de que arranques. Salvando las distancias, nuestro cuerpo es igual. Si por ejemplo llevas mucho tiempo sobre exigiéndote, tu cuerpo te pedirá descansar. Si algo te hace sentir inseguro, te pedirá encontrar seguridad cuanto antes. Si te hace sentir solo, te pedirá sentirte en conexión con alguien, y así con todas las emociones.

Ignorar estas señales no ayudan en nada. Imagínate que montas en el coche y apagas todas las alarmas y señales de problemas. Nada se va a arreglar sólo. Es más, algunos problemas se harán más graves cuanto más tiempo pases sin atenderlos, y el coche te acabará dejando tirado en medio de la autopista. ¿Es culpa del coche?

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Muchas personas funcionan así. No quieren o n se sienten capaces de hacerse cargo de lo que sienten porque es muy doloroso o desagradable. Al tiempo, su cuerpo da señales de más problemas y en vez de detenerse y prestar atención a lo que necesitan, se castigan por ello “es que soy débil”, “soy demasiado sensible”, etc. Esto es como bajarte en medio de la autopista con el coche roto y darle una patada para ver si arranca. Igual de inútil, e igualmente te haces daño a ti mismo.

Por ejemplo, está demostrado que las personas que interrumpen su enfado tienen mayor probabilidad de sufrir paro cardíaco. Las personas que sufren estrés crónico tienen las defensas más bajas y más probabilidad de enfermarse en general. La soledad se relaciona con mayores niveles de alcoholismo y suicidio. Los médicos se dan cuenta de que hay muchos síntomas físicos que tienen un origen psicológico.

No podemos ignorar lo que sentimos

No podemos ignorar lo que sentimos. Solo podemos retrasar enfrentarnos a ello. Sentir a veces puede ser muy difícil. A algunas personas les cuesta porque han sufrido y hay tanto dolor que no saben cómo gestionarlo. Otras personas son más sensibles y sentir es algo tan intenso que se les hace difícil y cansado. No querer sentir es no querer aceptar lo que ya es. Es un forcejeo extra con nosotros mismos, una carga que añadimos a lo que ya es pesado por sí mismo. No podemos evitarlo, y aun así peleamos contra ello. Es como dos personas que compartiesen piso y no se soportasen el uno al otro.

Incluso muchas veces no nos permitimos a nosotros mismos sentir algo y sin embargo entenderíamos que un amigo lo estuviese sintiendo. ¿Qué es lo que lo hace tan difícil? ¿Como empezar a hacerlo? Bien, cada persona es un mundo y no se pueden dar respuestas genéricas. La solución tiene que pasar por explorar esa dificultad (en terapia y fuera) y poco a poco ir validando y aceptando que esa emoción que tanto te cuesta, está en tu vida para ayudarte.

Si eres consciente de cuando empiezas a sentir algo y lo rechazas o lo frenas, utiliza esos momentos para preguntarte ¿Que ocurre dentro de mí? ¿Como estoy frenando esta emoción? La intención es ir trayendo a la luz de la conciencia todos esos procesos que has interiorizado automáticamente para acallar tus emociones y no sentirlas. Aun con todo, te recomendaría que lo trabajases con un terapeuta. No tienes por qué atravesar todo ese sufrimiento solo/a y siempre sabrán ayudarte a estar con todo lo que cuesta.

Vivir las emociones

Nuestras emociones son la sal de nuestra vida, lo que la aporta sabor y textura. Nos dicen lo que es importante, lo que necesitamos y nos hacen disfrutarla plenamente. Te invito a dejarte sentir cada día un poco y entrar en contacto con toda esa sabiduría que encierra tu cuerpo. Trátalo con amor, ya que, aunque a veces traiga emociones desagradables, solo quiere cuidarte y verte crecer. Siéntate con tus emociones e invítalas a un té calentito, a ver que te cuentan, como harías con un amigo al que hace mucho tiempo que no ves. Seguro que te lo agradecen. Hazlo hasta donde puedas y lo que puedas.

Si se te hace demasiado difícil no es tu culpa, estás en camino. Una opción es pedir ayuda. En Karuna Psicología estaremos encantados de darte un espacio donde explorar tus sentimientos y darles acogida.

Nuestros psicólogos en Madrid pueden ayudarte con todas tus emociones, te ayudamos a gestionar tus sentimientos, a sentir, a vivir.