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Asertividad ¿qué es y cómo identificarla?

En el blog de hoy, vamos a hablar sobre la asertividad. Según la definición de la RAE, una persona asertiva es alguien capaz de expresar su opinión de manera firme. Desde la psicología, resumiendo, la asertividad se refiere a la capacidad de expresar nuestros sentimientos de manera clara y de protegernos estableciendo límites.

Las dos dan una imagen clara de una persona asertiva. Esto es, alguien capaz de saber lo que quiere y necesita, que se lo expresa a otros a veces pidiendo, a veces poniendo límites, y que lo hacen sin miedo ni dudas. Solo que no parece fácil de conseguir la asertividad.

Pero ¿cómo se logra algo así? Muchos psicólogos proponen que la asertividad es al final una habilidad. Ofrecen programas para ayudarte a ser asertivo explicándote como se hace. Está bien, y ayuda a mucha gente.

Atrévete a decirlo

El problema es que, a muchas personas, diría que la mayoría, el problema no es tanto qué decir (aunque seguro que agradecen elaborarlo un poco), si no el poder decirlo, eso es asertividad. Se sienten inseguros hablando, o egoístas, o sienten que no va a servir para nada, o incluso que no se merecen expresar sus necesidades.

Y ahí está el problema de verdad.

Todos tenemos conversaciones en nuestra cabeza sobre cómo nos hubiera gustado responder a tal o cual persona. Lo difícil no es tener más o menos claro que decir, sino decirlo.

Cuando una persona se siente segura y merecedora de hacerse valer, entonces descubre que el entrenamiento en la habilidad de asertividad le puede venir bien, pero ya no es tan necesario. Es decir, dónde la gente encuentra más problema no es saber que tiene que decir, sino en atreverse a decirlo.

Los beneficos del enfado

¿Porque hablo de todo esto? Porque la asertividad es en realidad la cara saludable del enfado. Es el enfado primario adaptativo bien regulado y expresado. Pero enfado. Tu ya sabes enfadarte. Vienes preinstalado con la capacidad de enfadarte desde que naciste. Quizás te has enfadado poco y tienes menos experiencia expresándote así de la que te gustaría, pero tu cuerpo si sabe lo que quiere decir. A más lo escuches y le des espacio a tu enfado, más claramente se escuchará el mensaje.

El enfado nos hace sentir seguros. Nos permite sentir orgullo, y que merecemos cuidarnos y ser un poco egoístas. También nos da la energía para poner límites y protegerlos con firmeza.

El enfado es esa parte de ti que está para protegerte, para cuidarte, para ser la roca en la que puedes apoyarte. De tu relación con tu enfado, va a depender como “de firme” vas a poder ser a la hora de expresarte.

Esa firmeza solo está dentro de ti. Ya la tienes. Si, la tienes. Puede que este enterrada tras años de aprender a ignorarla, o encerrada dentro de ti por temor a que salga, pero sigue ahí.  Nunca se irá. Y por muy mala que te parezca, solo quiere estar ahí para ti.

Permitirse enfadarse y poner límites, es respetarse a uno mismo. Cuando no lo hacemos, nos sentimos usados, incluso humillados. Cada vez que decimos “no”, estamos escuchándonos y poniéndonos en valor. No voy a aceptar cualquier cosa. Me merezco escuchar lo que necesito.

Escucha tus necesidades, es importante saber decir NO

Permitirse ser egoísta, es cuidarse. Cuando somos egoístas, escuchamos nuestras necesidades y las priorizamos. Implica decir “no” a otras cosas, por ejemplo, lo que deberíamos estar haciendo por el trabajo, o por la familia. Pero cada vez que lo hacemos estamos siendo honestos y estamos cuidándonos.

Hay una historia que a mí me gusta usar. Un leñador empieza a talar un bosque y el primer día corta diez árboles. El segundo otros diez. El cuarto, sin embargo, solo corta ocho árboles. El quinto, seis árboles. A los diez días apenas es capaz de cortar un árbol al día. Cuando se lo cuenta, confuso y frustrado, a otro leñador, este le pregunta ¿pero has vuelto a afilar el hacha?

Cuidarse es afilar el hacha, tener asertividad. Cuidarse es poder cuidar más y mejor de los otros, es rendir más y ser más creativos. Sobre todo, es ser más feliz. Hay pocas personas que aguanten ese ritmo laboral o de cuidado de otros y no se acaben quemando, amargando, y odiándose.

¿Como no iban a acabar así? Y con el paso del tiempo, ese rencor amenaza el trabajo, empeora las relaciones y hace daño a los demás. No. Cuidarse es la mejor opción.

Escuchate y haz caso de tus sentimientos

No tiene que ser todo o nada, pero, aunque sea poco a poco, escúchate y cuídate. Seguramente no va a pasar nada terrible si frenas un poco. Quizás va siendo hora de que alguien más aparte de ti se haga cargo de todo esto. Tienes derecho a una vida digna. Puedes negociar con las demandas de tu vida para rescatar huecos para tus necesidades. No las ignores, porque no van a desaparecer, y, sobre todo, no se lo merecen. No te lo mereces.

También tienes derecho a ser respetado y tenido en cuenta. Eres una persona digna y siempre lo has sido que nada ni nadie te haga duda de ello.

Como decía antes, de tu relación con el enfado depende como de asertivo puedes ser. A mejor te lleves con él, te sentirás más firme y seguro. Esto te ayudará a dar voz a las necesidades y límites que necesitas, te hara sentirte mejor contigo mismo y con tu entorno.

Si tienes una mala relación con tu enfado, si sientes que no eres capaz de decir que no, o que no puedes hacerlo sintiéndote seguro/a, se puede trabajar en ello para ayudarte a mejorar tu asertividad. Como siempre, nos ofrecemos a ayudarte en tu camino.

Somos psicólogos humanistas, trabajamos con emociones por lo que estamos deseando ayudarte en todo lo que necesites, contacta con nosotros y reserva ya tu cita con nuestro equipo de psicólogos en Madrid