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La importancia de desconectar (y aburrirse)

Hay momentos que es vital desconectar: Nuestros psicólogos en Madrid nos enseñan la importancia de hacerlo.

“Hay algo dulce y sosegador, y sobre todo sabio, en eso los hombres de mundo llamamos aburrirse” Miguel de Unamuno

Todos lo hemos sentido en algún momento. Esa necesidad de desconectar, de parar, de apagar el móvil, el ordenador y simplemente estar, sin nada que hacer ni nada que pensar. Muchos se imaginan en la playa, tomando el sol mientras las olas lamen sus pies y la brisa acaricia la piel.

Otros se imaginan en una cabaña, con una taza caliente entre las manos y tapados con una mantita mientras escuchan la lluvia repicar contra las hojas de los árboles. Sea cual sea el escenario de fondo, la idea es la misma: apagarlo todo y descansar. Alejarse del ruido, de la televisión, del trabajo. Tener tiempo para perderlo.

Cuanto nos cuesta permitirnos perder un día. La presión de la rutina parece imponerse siempre: atiende al móvil, conduce hasta el trabajo, responde los emails, etc. Y esa necesidad se esconde dentro de ti, aguardando otro momento. Quizás en Agosto, piensas. Ojalá sea así.

Se nota que te voy a decir que es bueno que tengas ese día para ti, para que te cuides. Pero quiero también explicarte porque es tan importante. Seguro que has oído la metáfora del leñador en algún momento.

Párate a pensar al deconectar

La metáfora va más o menos así: un leñador sale a cortar árboles el primer día y corta diez. El segundo corta ocho. El tercer día, cinco. Al cabo de una semana le cuesta un día entero talar un solo árbol. Cuando se lo cuenta, preocupado, a otro leñador, este le pregunta: ¿Pero te has acordado de afilar el hacha?

Necesitamos cuidarnos porque si no todo lo hacemos peor, pero por encima de todo, porque si no vivimos una vida que tenga en cuenta lo que necesitamos y queremos vamos a ser muy infelices. Y no hay razón de vivir más básica que la de buscar la felicidad.

Pero voy a ir un poco más allá, porque bueno, descansar también se puede hacer mientras estás con el móvil o navegas por internet. También puedes ponerte Netflix o escuchar música. ¿Qué necesidad hay de llegar aburrirse y desconectar?

La dopamina

Para un momento y recuerda, ¿te cuesta más concentrarte que hace unos años? ¿Te irritas más? ¿Te sientes más desmotivado? No es solo que estes cansado y necesites descansar. Tiene que ver con la dopamina.

La dopamina, o la hormona del placer, es un neurotransmisor que se encarga de recompensarte con la sensación de estar satisfecho. Es la que se encarga de mantenerte motivado para conseguir algo.

¿Pero que provoca que se libre la dopamina?

Se libera cuando consigues algo, por ejemplo, acabar de hacer algo difícil, pero también se libera con algo tan sencillo como mirar el móvil. Todo lo que te gusta y quieres, produce dopamina. Puede variar cuanta dopamina se libera, pero sobre todo varía cuánto esfuerzo se requiere para conseguirlo.

Todo lo que quieres hacer con tu vida, lo que le da sentido, desde el trabajo hasta tus hobbies, suele requerir un esfuerzo alto. Todo lo que viene fácil también genera dopamina, pero no tiene que ver con las cosas que te gustaría hacer. Por ejemplo, pintar un cuadro exige tiempo, esfuerzo y aprendizaje. Ver Netflix, no.

Cocinar una nueva receta puede demorarse horas y te lleva preparación y esfuerzo. Pedir comida basura, no.

Estudiar una carrera exige dedicación, años de tu vida y esfuerzo. Pasarte la tarde jugando a videojuegos, no.

Tener una relación de intimidad lleva esfuerzo. Ver porno, no.

Cuidado, no es que las cosas que proporcionan “dopamina rápida”, estén mal en sí. De hecho, son una manera muy buena para recompensarte cuando has hecho un esfuerzo.

El problema viene cuando estamos rodeados de “dopamina rápida” como es el entorno en el que nos movemos ahora. Todo compite por nuestra atención y está al servicio de nuestro disfrute inmediato: el móvil, juegos, la televisión, la comida, redes sociales, internet, y un largo etcétera.

Es muy fácil dejarse arrastrar por la comodidad, y recurrir continuamente a la “dopamina rápida”. Lo queremos todo cuanto antes y nos lo merecemos después de trabajar tantas horas.

Lo malo es que el cuerpo se habitúa exactamente igual que con una adicción. Cuanto más le das, más pide y más frecuentemente. Así, las cosas que cuestan más son cada vez menos atractivas.

Cada vez te apetece menos pintar ese cuadro. Cada vez cuesta más concentrarse y estudiar. Cada vez se hace más cuesta arriba proponerte bajar al gimnasio. Tendemos a la comodidad, pero antes la comodidad era aburrida y necesitábamos hacer lo que queríamos. Ahora, la comodidad es sedante.

Ahora, es más fácil mirar a otro lado. Tal y como pasa con nuestros proyectos vitales, pasa también con nuestros sentimientos. Los gestionamos a través de consumir, igual que un adicto. Solo hemos cambiado la jeringuilla por el ratón del ordenador y la copa por los likes de Instagram, pero seguimos huyendo de lo que sentimos.

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Escuha a tu cuerpo

Así que claro que tu cuerpo te pide desconectar. Lo necesita. Tu mente puede reiniciarse y volver a niveles de dopamina normales. ¿Cómo? Aburriéndote al desconectar. Hay personas que lo llaman “ayuno de dopamina” porque ese el objetivo: reducir la dopamina al mínimo. Hay gente que lo hace durante unos días, otros lo hacen un día a la semana.

Te sugiero que pruebes a desconectar un día a ver si notas algo distinto y desde ahí valores cuándo y cómo hacerlo.

Durante este “ayuno” lo único que puedes hacer es beber agua (o comer poco, la idea es no caer en comida basura), meditar, dar paseos, y escribir. Nada más. No puedes quedar con nadie, ni encender la tele, el ordenador o el móvil. En definitiva: DESCONECTAR

Queda descartado masturbarse o tener sexo. Tampoco hablar. Tómatelo como una especie de retiro de silencio solo para ti. Un gesto de amor y cuidado para con tu cuerpo. El escenario de fondo pon el que más te guste: la playa, la montaña o el pueblo. Busca un sitio tranquilo, lejos del ruido y la contaminación.

Si no puedes irte de viaje, busca simplemente un entorno tranquilo para desconectar y a solas. Regálatelo como quien se va a un spa. Busca tu propia compañía y escucha lo que tu cuerpo quiere decirte mientras dejas que tu mente frene un poco y desconectar.

Respíralo. Disfrútalo. Y abúrrete. Prueba a desconectar

Quizás te cueste darte ese espacio para desconectar, o te lo des y descubras cosas que necesitas trabajar en terapia. Aquí, en Karuna Psicología, te ofrecemos un sitio donde explorarlo juntos.