Mi metáfora favorita
“Entre todas las cosas de valor, tú vales más. Llegó el tiempo de ayudarte a ti mismo”. Milarepa.
Al trabajar como terapeutas, con el paso del tiempo cada uno acabamos generando nuestras propias metáforas para hablar de ciertos temas que se repiten. Las metáforas nos son enormemente útiles, porque hay conceptos e ideas que son difíciles de transmitir y de explicar. Una metáfora nos da una imagen potente para transmitir este tipo de ideas, volviéndola sencilla y emocionalmente evocadora. También son estupendas para recoger toda la experiencia emocional de una persona con una imagen.
¿De donde salen las metáforas? No es que haya un libro de metáforas para psicólogos, aunque siempre acabamos robando algunas de otros compañeros o de los profesores que nos enseñaron. Muchas vienen también de nuestra propia vida y experiencia. Hoy os quiero contar mi historia/metáfora favorita y de las que más uso en terapia.
Yo soy budista, y he leído acerca de grandes maestros meditadores del pasado que transmitieron sus enseñanzas a las generaciones posteriores. Entre ellos, mi favorito siempre ha sido Milarepa. Dentro de la tradición budista tibetana, Milarepa es una de las figuras más importantes.
La historia de Milarepa
La historia de su vida cuenta como de adolescente mató a varias personas en venganza por afrentas contra su familia. Después, arrepentido y consciente del daño y dolor que había provocado, decidió empeñar el resto de su vida en enmendarse y busco un maestro que le ayudase a iluminarse como hiciera Buda.
Lo encontró en la figura de Marpa el Traductor, que le obligó a pruebas y castigos para purificar el karma negativo que había acumulado por sus actos. Milarepa no desistió y siguió meditando toda su vida. Se le suele representar de color verde, ya que durante una época de su vida solo comía ortigas. También se le representa con una mano en un oído, que simboliza que esta ahí para escuchar el sufrimiento de todos los seres.
Encuentro la historia de su vida fascinante y le recomiendo a todo el mundo que investigue sobre él si le interesa. La historia que yo uso a modo de metáfora proviene de una anécdota de su vida. En aquella época, Milarepa meditaba en una cueva, cuya entrada tapiaba para evitar las distracciones.
Un día, ya dentro de la cueva, Milarepa se dispuso a meditar y se encontró con que la cueva estaba llena de demonios pequeños que se burlaban de él y le distraían. Milarepa cogió una escoba y les persiguió por toda la cueva, tratando de que le dejasen en paz, pero no consiguió más que recibir más burlas.
Cansado, decidió que no podía seguir así. Se sentó, preparó el té y les invitó a todos tomar una taza, aceptando que estuvieran allí con él. Entonces, todos los demonios desaparecieron excepto uno, el más grande y terrorífico. Milarepa entonces se acercó a él, le abrió la boca y metió su cabeza dentro. Y el último demonio desapareció.
La historia en sí obviamente habla de los obstáculos de la meditación y como un meditador se enfrenta a sus propios demonios. En terapia, yo la uso para hablar de aceptar los sentimientos de todo corazón. Todos tenemos sentimientos y partes de nosotros mismos que nos cuesta mucho aceptar. Los ignoramos o los perseguimos con la escoba, igual que Milarepa, pero no conseguimos más que cansarnos.
Así las emociones no se van, si no que se hacen más fuertes para llamar más tu atención y que escuches que necesitan. Si aceptas esas emociones y partes de ti, notarás que se relajan y se vuelven amistosas. Tiene que ser una aceptación sincera, de todo corazón, como cuando invitas a un amigo a tomar un té.
Es importante no confundirlo con resignación. La resignación tu cuerpo la nota, igual que un amigo notaría que has quedado con él por compromiso, pero en realidad no te apetece verle.
Eso nos dejará con lo peor, con el más grande de los demonios: Aquello que más rechazas/temes. Si como Milarepa somos tan valientes como para meter la cabeza en su boca, desaparecerá. ¿Qué sería meter la cabeza en su boca? Aceptarlo aún más. Confiar y aprender a querer esa parte de ti.
Exponerle nuestro cuello como solo harías con alguien de mucha confianza. Si yo pudiera ampliar la historia de Milarepa (solo para seguir con la metáfora), añadiría algo así como que ese último demonio puede convertirse en tu mejor amigo y aliado.
Ese es el objetivo final en terapia, integrar todo lo que cuesta y reencontrarse. Sin embargo, es algo difícil de explicar desde la lógica. Es una experiencia emocional profunda. Esta historia, usada a modo de metáfora, me ayuda a explicarlo. Si no, me vería falto de palabras o sonarían a algo demasiado bueno para ser verdad, o a mentira. Pero es algo muy real y sincero. Quién lo probó lo sabe.
¿Y tú? ¿Te sientes capaz de sentarte contigo mismo e invitar a tus sentimientos a tomar el té? Prueba a hacerlo. Date un tiempo para ti, siéntate a la mesa con una buena taza de té e imagínate todas esas emociones y partes de ti que no te gustan sentadas alrededor. No tienes porqué decir nada, solo dales un espacio y el permiso para sentarse a la mesa. Déjate estar unos minutos así, respirando y disfrutando del té.
¿Son viejos conocidos? ¿Hay alguna cara nueva? ¿Con qué cuesta estar más sentado en la misma mesa? ¿Cómo te miran? ¿Te dicen algo? Hazlo con curiosidad, a ver que descubres. Si te lo tomas en serio, puede ser más difícil de lo que parece cuando lo lees.
En el mundo de hoy tenemos una gran ventaja: Ya no hace falta hacer esto solo. Para eso estamos los terapeutas, para acompañarte y ayudarte a estar mejor contigo mismo. Tanto si te cuesta como si te da miedo, nosotros estamos a tu lado. Será difícil, pero es posible aceptarse y quererse a uno mismo. Aunque no te conozca de nada, estoy seguro de que tu también puedes.
Si necesitas ayuda, en Karuna Psicología estaremos encantado de escucharte y ofrecerte un lugar para ser tú.