Skip to main content

“Tengo la sensación de que vivo en el futuro”

Últimamente, escucho que muchas personas lidian con la misma sensación de “jo, es que me paso el día viviendo en el futuro y nunca puedo disfrutar del momento presente… soluciono una cosa y en seguida aparece otra, nunca termino de estar tranquilo”.

Entonces, me doy cuenta de que es algo tan humano y tan común que merece que le demos espacio. A mí también me pasa, ¿y a ti?

Vivir en el futuro puede ser algo parecido a convivir con una voz que nos asusta con lo que pueda pasar.

Los famosos “y si”…

¿Y si no llego a entregar la tarea a tiempo?

¿Y si me equivoco?

¿Y si no lo consigo?

¿Y si no gusta lo que he hecho?

¿Y si digo algo absurdo?

¿Y si no caigo bien?

Una voz que despliega en nuestra cabecita un mapa con un millón de posibilidades sobre el futuro (qué abrumador…). Y como sabe que no es lo que nos gustaría que pasase, consigue que nos pongamos manos a la obra para evitar que cualquiera de ellas se dé (tenemos que encontrar un millón de soluciones, una para cada posibilidad). De esta forma, empleamos el momento presente en prevenir, contra viento y marea, que alguna de estas opciones pueda hacerse realidad en el futuro.

¿Reconoces la sensación de estar cocinando, por ejemplo, y que tu cabeza esté paralelamente intentando resolver el mundo?

En ese momento, puede que los huevos vayan a la lavadora en vez de a la nevera…

Y en el fondo, aun con todo lo que nos exige esta voz, quizá sientas que no llegas a todo lo que deberías; que no eres lo suficientemente inteligente para tu trabajo, lo suficientemente interesante para que se queden contigo, lo suficientemente importante para que te vean y te valoren, etc. Como un niño pequeño, agachado en una esquina de su habitación, asustado… Qué miedo.

Llegados a este punto, podemos advertir que esta voz quiere protegernos, pero… ¿cuál es el coste? Seguramente estés agotado, como si llevases años sin poder bajarte de la rueda de un hámster que va a toda pastilla. Esta voz te exige mucho. Y claro, así es muy difícil disfrutar y saborear el momento presente (que, realmente, es el único que existe).

¿Puedes darte cuenta de que su intención es protegerte? Y a la vez, ¿puedes no querer que siga haciéndolo de la misma forma? ¿Cómo te gustaría que esta voz te hablase?, ¿quieres ponerla algún límite?

Una vez, me invitaron a charlar con esta voz que habita en mí. Un ejercicio teatral pero inmensamente terapéutico. Empezó a hablar, inundándome con un montón de “y si”, y poco a poco fui sintiendo que me quedaba sin espacio. Me estaba ahogando. Estaba asustada. Entonces, en el intento de lidiar con tanta incertidumbre, le contesté que no sabía.

No tenía ninguna respuesta a lo que me estaba preguntando (¡claro que no la tenía!, me estaba pidiendo que adivinase el futuro). De repente, fue como si esta voz se quedase muda. No se esperaba mi respuesta. ¡Por fin tenía un poco de espacio! Y entonces, aproveché para bajarme de la rueda del hámster y respirar. Fue un alivio tremendo poder respirar en el “no sé”.

La incertidumbre nos hace sentir vulnerables e inseguros, es normal que nos asuste… Posiblemente sea una de las cosas con las que más nos cueste convivir a los seres humanos. Y desde ahí, nace esta voz. Pero, después de ver las consecuencias que tiene en nosotros, ¿cómo sería para ti probar a hacer algo distinto?

Quizá, acompañándote en ese miedo cuando lo sientas, como lo harías con un niño pequeño al que aprecias.

“Sé que tienes miedo”

“Es algo tan humano… Todos sentimos miedo”

“Estoy aquí, contigo”

En lugar de luchar incansablemente contra la incertidumbre (spoiler: nunca desaparece), puedes probar a aceptarla como algo inherente al ser humano y, desde ahí, explorarla con una mente abierta y curiosa.

¿Qué me está queriendo decir?

Y si te apetece embarcarte en esta aventura, no tienes por qué hacerlo solo. Recuerda que puedes pedir ayuda, de la forma en la que estés necesitándola.

Me despido, dejando por aquí unas palabras de Wendel Berry que hablan un poquito de todo esto, por si a ti también te resuenan de alguna manera.

Cuando el temor por el mundo crece en mí y despierto en la noche ante el menor sonido, preocupado por qué será de mi vida, voy y me acuesto allí donde el pato

descansa su belleza en el agua, y la garza real se alimenta.

Entro a la paz de las cosas salvajes

que no ponen a prueba sus vidas con la anticipación del dolor.

Entro a la presencia del agua quieta.

Y siento sobre mi cabeza a las estrellas ciegas al día esperando con su luz. Por un momento, descanso en la gracia del mundo, y soy libre.

En Karuna Centro de psicología estamos para ayudarte, para acompañarte en cada paso en tu camino hacia la felicidad. No dudes en contactar con nosotros de tu pasado presente y futuro para hablar de todo lo que necesites, estaremos encantados de escucharte y juntos crear tu futuro.