Skip to main content

PERDONAR O NO, ESA ES LA CUESTIÓN

Imagino que muchos de los que estéis leyendo esto os habréis encontrado en la situación de estar realmente enfadados con alguien de vuestro entorno y que lo que os digan sea: “Lo que tienes que hacer es perdonar para poder estar tranquilo tú”, y puede ser, que os hayáis sentido obligados a hacerlo aun cuando no era lo que necesitabais.

Creo que en esta sociedad en la que vivimos, en la que parece que el enfado sea una de esas emociones con la que hay que evitar convivir porque te convierten en un rencoroso, un quejica o un egoísta, muchas veces se nos olvida la importancia de este enfado. Esta emoción, lejos de lo que podáis pensar, sirve para protegernos y cuidar de nosotros mismos, así como para poder conocerme más a fondo, ya que, si de pronto me doy cuenta de que lo que hace una persona de mi entorno me molesta, quizá es que está rebasando un límite hasta entonces desconocido para mí.

Perdonar y confianza

Pongamos un ejemplo. Imaginemos que tenemos en nuestra vida a una persona que representa la máxima confianza para nosotros, es una persona a la que le contamos todo sobre nosotros, nuestras preocupaciones y nuestros logros, confiando en que esta persona nos escuche y nos acoja. Un día, le cuentas algo sobre ti que pides por favor que no se lo cuente a ninguna otra persona, ya que tiene que ver con algo muy íntimo nuestro, y semanas más tarde te enteras de que esta persona en la que tú confiabas, se lo ha contado a todo un grupo de amigos.

Los sentimientos que se podrían despertar en ese momento son sensaciones de traición, dolor, tristeza, pero también enfado porque de pronto alguien se ha saltado un límite que tú habías puesto (guardarlo en secreto).

¿Para qué serviría mi enfado en ese momento?

Para protegerte, para evitar que esa persona vuelva a hacerlo, para dejar constancia de que era importante para ti que se respetara tu límite, para cuidar la relación con esa persona, ya que guardarme mi enfado puede hacer que me aleje de ella…etc.

Esto me lleva muchas veces a preguntarme, ¿realmente hace falta perdonar a esas personas que nos han hecho daño para poder estar tranquilos interiormente? Y, sobre todo, ¿debo mantener mi relación con esas personas que me han hecho daño?

Lo primero que debéis saber es que cada persona y cada caso es un mundo, debemos tener en cuenta las necesidades de cada persona y actuar de acuerdo a ellas. Pero si tuviera que responder a esas preguntas, mi respuesta más corta sería un No.

¿Y si no hay que perdonar?

No necesitas perdonar lo que esas personas te han hecho, y por supuesto no tienes por qué mantener una relación en la que no te sientes cómodo, se ha roto la confianza o simplemente ya no es una relación que quieras en tu vida. Pero esto no significa que no haya que procesar este daño y transformarlo interiormente.

Me explico. Sigamos con el ejemplo de antes en el que una persona de nuestro entorno de máxima confianza nos traiciona. Imaginemos que una vez tú te enteras de que esta persona ha traicionado tu confianza, viene a pedirte perdón y a decirte que no va a volver a pasar nunca.

A ti de manera automática te nace decirle que le perdonas, pero día tras día te vas dando cuenta de que ya no confías igual en esta persona, que no te apetece contarle las cosas que te suceden, y mucho menos confiarle algo íntimo.

¿Realmente querías perdonar a esa persona, o es algo que haces de manera automática? ¿Te apetece seguir teniendo la misma relación con ella o actúas por inercia?

Igual en ese caso te das cuenta de que aun no estabas preparado para perdonar a esa persona, y mucho menos para volver a tener la misma relación con ella, y está bien, es tu tiempo, tu ritmo frente al daño que, una persona en la que confiabas te ha hecho.

Con el transcurso del tiempo puede ser que te des cuenta de que puedes perdonarla, pero no quieres seguir teniendo la misma o ninguna relación, y también estará bien, es la consecuencia a su decisión de haber compartido tus intimidades con otras personas la que te pone a ti en un lugar de poder decidir si realmente quiero que esta persona siga formando parte de mi vida.

Pongamos otro ejemplo un poco más complicado quizá. Imaginemos que un determinado miembro de tu familia ejerce maltrato psicológico contra ti desde que eras pequeño: no te trata bien, te humilla, te insulta, te manipula…etc.

Llega un punto en tu vida siendo más mayor en el que te das cuenta de que todo esto empieza a tener consecuencias en la persona que eres y acudes a pedir ayuda. Lo más importante que deberías escuchar, primero, es qué necesitas hacer con esa persona en tu vida, y es normal que en algunos casos te pueda asaltar la duda de qué es lo correcto, pero quizá en ese caso te vendría bien escuchar que no tienes por qué perdonar a alguien que te ha hecho tanto daño en tu vida, y que por supuesto, no tienes por qué mantenerte en una relación en la cual te maltratan de esa manera.

¿Pero qué pasa conmigo interiormente, como resuelvo esto si no perdono a esa persona?

Desde mi punto de vista no es necesario llegar a un perdón hacia esta persona para poder resolver estos asuntos interiormente.

Quizá simplemente es mejor que puedas expresar todo el dolor que está persona ha causado, que sea consciente del daño y las consecuencias que hoy todavía tiene todo lo que hizo, y, sobre todo, que puedas expresar todo ese enfado guardado durante años.

Cuando todas esas emociones reprimidas hacia esa persona salgan, es más fácil, a nivel terapéutico, transformarlas en otras emociones sin necesidad de llegar a tener que perdonar a esa persona, simplemente se genera dentro de la persona la sensación de alivio de haberse expresado y protegido de alguna manera a ese niño que sufrió estos maltratos, de compasión hacia uno mismo, calma y seguridad de saber que no dejará que otra persona en su vida traspase esos límites.

Si, por el contrario, me doy cuenta de que quiero y necesito perdonar a esta persona, pero no quiero volver a tener ni la más mínima relación con ella, podrías trabajar en base a expresar todas estas emociones de las que hemos hablado anteriormente llegando a poder sentir un poco de compasión por la otra persona que puede llevarnos a poder perdonarla si es lo que necesitamos, pero manteniendo el límite claro gracias a expresar nuestro enfado de que no va a existir relación alguna con esta persona.

Toda decisión que tomamos en nuestra vida, que no solo nos implica a nosotros, sino también a alguien más, tiene sus consecuencias, y realmente debemos ser conscientes de ellas. Igual que en los ejemplos anteriores, una persona decide contar nuestro secreto u otra ejercer ese tipo de maltrato hacia nosotros, nosotras estamos en posición de decidir no solo si quiero que esta persona siga en mi vida, sino también si realmente me nace poder perdonarlas.

Lejos de lo que pueda pensar la mayor parte de la gente, desde mi punto de vista, poder perdonar o no, no te hace mejor o peor persona, te hace humano.

Una persona capaz de cuidarse y quererse, y quizá proteger a ese niño interior que no pudo hacerlo en otro momento, perdonando o no haciéndolo, manteniendo relaciones o decidiendo que llegan a su fin, si real y genuinamente la decisión sale desde dentro, estaréis siendo personas honestas y sinceras con vosotros mismos y los demás, y no creo que haya nada menos egoísta que eso.