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RELATIVIZAR: ME CAGO EN MR WONDERFUL.

Así, con todas las letras.

Hace unos años se empezó a poner de moda, no sé si llamarlo movimiento o forma de vida; el caso es que se empezó a expandir una forma de pensar caracterizada en relativizar y ver todo lo que te pasaba desde un punto de vista más positivo, y créeme, esto, por muy bonito que parezca ha hecho más mal que bien.

Me empecé a dar cuenta de esto cuando diferentes personas de mi entorno, y no me refiero solo a personitas que se ponían en mis manos en terapia, tenían un discurso del tipo “es que como me voy a quejar yo de esto que me pasa si hay gente en el mundo que está mucho peor”.

Y no, con esto no quiero decir que haya que dejar de lado a los millones de personas en países pobres que se mueren de hambre, que este argumento ya me lo conozco.

Pero volvamos a esa afirmación anterior de relativizar. Muchos de vosotros estaréis pensando, bueno, es que en parte hay que saber relativizar las cosas para no hundirse en ellas; entonces quizá el punto esté en el miedo que te produce de pronto hundirte en un pozo del que cueste salir.

El peligro de relativizar

Os vengo a decir algo: a veces “relativizar” no sirve para nada. Os pongo un ejemplo un poco bestia para que se capte mejor mi idea; vamos a imaginar esta escena que desgraciadamente se presenta cada vez más a menudo en el telediario de una persona joven que entra con un arma a un instituto de EEUU y mata a varias personas; imaginemos ahora que somos uno de los supervivientes, ¿sentiríais que podéis sufrir hasta tal punto de no poder dormir, tener crisis de pánico o incluso recluiros en casa si hay amigos vuestros que no han podido sobrevivir a esta tragedia?

¿O viendo a esos padres de amigos destrozados por la perdida sentiríais que solo podéis dar gracias por la suerte que habéis tenido? Ahora llevaos este ejemplo de relativizar a vuestra vida, y seguramente descubriréis que os habéis visto envueltos en situaciones en las cuales he decidido no “quejarme” en voz alta porque había alguien pasándolo mucho peor desde vuestra perspectiva.

Cada problema tiene diferente importancia para cada uno

Desde que empecé a trabajar como psicóloga, a menudo me encuentro con una pregunta recurrente: ¿alguna vez ha llegado alguna persona a terapia y te ha contado algo que has pensado: ¿eso es un problema?

Siempre respondo lo mismo, y con total sinceridad os lo digo, jamás me ha pasado, y esto no es porque me paguen, que, seguro que hay algún malpensado, sino porque considero que cada persona sufre en base a las circunstancias que vive o ha vivido, y esto merece ser tratado con importancia sea lo que sea.

Y bien, pensaréis, ¿entonces que tiene de malo relativizar?

A veces nada, a veces todo. Cuando relativizamos algo que nos hace sufrir, no solo le estamos quitando la importancia que seguramente merezca, sino que al dejarlo de lado, enterramos también las emociones asociadas a ese acontecimiento, de forma que si me genera enfado, dolor, tristeza, miedo… esas emociones quedan relegadas a un segundo plano, sin que nadie las atienda, y amigos, esto funciona igual que cuando barremos metiendo la porquería debajo de la alfombra, tarde o temprano te vas a acabar tropezando y cayendo de bruces contra el suelo.

¿Otra consecuencia?

No procesarlo internamente, y diréis, pero que tendrá eso de malo, lo olvido y ya está. Error. Tu mente puede que consiga hacerlo, pero tu cuerpo tiene memoria ante todo lo que genera un impacto emocional en él, y puede que de pronto te veas asustándote en una situación en la que no hay peligro, o enfadándote desorbitadamente ante una situación que no lo merecía, porque tu cuerpo se encargará de activar este “recuerdo” en situaciones que despierten mínimamente la sensación que viviste.

Así que me cago en los lunes, odio madrugar, me quejo cuando tengo un mal día y me desahogo de cada uno de los problemas que tengo. Puede que esto me convierta en una persona muy poco mr wonderful, pero oye probar nunca hizo daño a nadie.